Beguinaje de Brujas

Beguinaje o beaterio de Brujas
De Wijngaard
 Patrimonio de la Humanidad (1998)

Patio central del beguinaje de Brujas.
Localización
País Bélgica Bélgica
División Región Flamenca
Subdivisión Flandes Occidental
Localidad Brujas
Coordenadas 51°12′00″N 3°13′00″E / 51.2, 3.2166666666667
Información religiosa
Culto Católico
Orden Monjas benedictinas
Uso Beguinaje o beaterio, actualmente convento
Historia del edificio
Primera piedra Siglo XIII
Datos arquitectónicos
Superficie 0,55 hectárea
Año de inscripción 1998
Beguinajes flamencos

Patrimonio de la Humanidad de la Unesco

Capilla del beguinaje de Brujas.
Localización
País Bélgica Bélgica
Datos generales
Tipo Cultural
Criterios ii, iii, iv
Identificación 855
Región Europa y América del Norte
Inscripción 1998 (XXII sesión)

El Beguinaje de Brujas (llamado «Monasterio de la Viña» o De Wijngaard), situado en la parte meridional del centro histórico de Brujas (Bélgica), data de 1245. Está separado de la ciudad por una muralla rodeada por un foso. En 1927, una comunidad de religiosas benedictinas tomó el relevo de las beguinas que aún vivían allí, y desde entonces es un monasterio benedictino.

Este beaterio de Brujas forma parte, junto con el resto de los beguinajes flamencos, del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Su apacible recinto bordeado por una treintena de casitas de beguinas (algunas de las cuales se remontan al siglo XV) y salpicado de árboles longilíneos, es uno de los lugares más célebres de la ciudad.

Las beguinas transformaron el orden moral de la Iglesia, revolucionaron las mentalidades y modificaron el paisaje de numerosas ciudades de Flandes. «No se sabe cómo empezó este movimiento» explica Silvana Panciera, socióloga de la EHESS y autora de «Béguines» (ed. Fidélité, 2009). Sus inicios se remontan a finales del siglo XII en Lieja. En menos de veinte años se extiende por Francia, Italia, Países Bajos, Alemania, Polonia y Hungría. Las mujeres se reúnen por todas partes, recreando ciudades dentro de las ciudades, con la intención de llevar una vida de perfección en un medio urbano, sin pronunciar votos y exentas de las reglas de la Iglesia. «El movimiento de las beguinas seduce porque propone a las mujeres existir sin ser esposas, ni religiosas, emancipadas de cualquier dominación masculina», explica Régine Pernoud en su libro «La Virgen y los santos en la Edad Media».


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